Monday, November 22, 2010

capitulo 4 La Bandera de la Esperanza.. vive en el corazón de los cubanos



                                                                          


                                                                
                                                                            Capitulo 4


                                                                

Fernando Vargas,  abrió con dificultad sus ojos. Sentía  mareos y   un sabor indescriptible en su boca. Trataba  de coordinar con dificultad sus ideas,  sus ojos se  cerraban, pero  continúo luchando contra la incomprensible sensación  de cansancio que lo invadía.  Su último  recuerdo se remontaba  a  un fuerte golpe en la cabeza y luego un vacio.
  Trató  de adaptar sus ojos a la penumbra de la habitación.  Escuchó  el ruido de las chicharras  y el murmullo del agua de un rio o un  arroyo  cercano.  ¿Dónde se encontraba?   Estaba  fuertemente atado. Con mucha dificultad y después de luchar casi hasta el agotamiento, logró  aflojar una de las cuerdas que retenía una de sus manos,  luego la otra. Miró  sus brazos y encontró varios puntos rojos que indicaban  que lo habían  sedado, quien sabe cuánto tiempo. Se enlazó    con un falso nudo las manos al sentir los pasos del alguien que se aproximaba y cerró los ojos, fingiendo dormir.  Sintió   la frialdad del agua corriendo por su cuerpo. Un sujeto de desagradable aspecto lo miraba.
-     ¡Jefe!. ¡Ya despertó! -dijo en voz alta.
Un sujeto  vestido elegantemente, se acercó.
-     Retírate.  Yo me encargo de él, dijo  dirigiéndose al sujeto de mal aspecto. Quiero hablar con este hombre.
Después  dirigiéndose a Fernando preguntó .
-     ¿Cómo  está  agente? 
-     ¿Quiénes son ustedes  y que quieren? ¿Dónde estoy? -preguntó  Fernando.
-     Estas en Colombia, estas secuestrado y a su tiempo, sabrás quienes somos nosotros- dijo con una sonrisa.- Pero tú debes saberlo, ese es tu trabajo.
-     ¿Que quieren de mi?
-     Tienes que hacer lo que hace todo el mundo. Un trabajo y dar una información.
-     No creo que pueda, ni quiera hacer ningún trabajo.
-     Si lo vas a hacer. ¿Sabes por qué?
-     Porque tienes familia y quieres que ellos vivan.
-     No creo entender.
-     Claro que entiendes. Sabes demasiado.  Te hemos estado siguiendo y sabemos quién eres, tus cualidades,  defectos y habilidades. Sabemos que llevas muchos años  infiltrado en varias organizaciones.  Mi jefe  te conoce y  también a tu esposa y a tus hijos.  Ahora tienes que hacer un trabajo importante. Somos tus amigos, no tus  enemigos
-     El ya   no sabe quién es el amigo, ni el enemigo-dijo otro hombre elegantemente vestido que entró  al cuarto, acercando su cara a la  de Fernando.
-     Quizás tenga razón. A veces he  dudado quien es el enemigo-comentó  Fernando Vargas con ironía.- No creo que los amigos me traten como lo hacen ustedes.
-     Te vamos a dejar tranquilo  un rato. Estamos esperando a alguien. Vámonos.
Fernando quedó  solo en el cuarto. Logró  desatarse los pies. En una esquina de la habitación había una rústica  cama de madera de la cual  logró  arrancar una pata.
El ruido atrajo la atención de uno de los hombres que entró. Fernando lo recibió con  un fuerte golpe en la cabeza.  Tomó  el arma del hombre y lo amaró    con la cuerda que anteriormente lo sujetaba a él.
Minutos después entró  otro, le propinó   un fuerte golpe en el   estómago, luego   lo golpeó  con la culata del revólver. Guardó  la  otra pistola que estaba  en el costado del hombre. El hombre cayó al suelo  sin sentido.  Espero detrás de la puerta, unos segundos después entró   un tercero y logro neutralizarlo  con la culata de la pistola.
Avanzó  con cuidado hasta la salida de  la casa.  Había dos carros, uno era un BMW negro compacto y una camioneta. Volvió, amarro  los hombres con más cuidado  y  escudriño  el bolsillo de sus secuestradores,  hasta que encontró las llaves de uno de los carros.
 El BMW  arrancó  sin dificultad y  avanzó  por  un  escabroso  camino lleno de baches y rodeado de vegetación sin saber a dónde dirigirse.  Miraba con cuidado el camino, buscando una orientación. Al fin pudo ver un letrero que decía” Camino del Real entronque a Medellín”.  La angosta vía  empató  con una carretera más ancha.  El carro empezó a fallar Fernando miro la pizarra y pudo percibir  que el indicador del combustible  estaba en su punto más bajo. El motor volvió a fallar hasta que finalmente se apagó.
 Se bajo del carro, miró  a su alrededor y vio una casa a menos de cien  metros del camino.  Se dirigió a ella y tocó  en la  puerta.
-     Un  hombre con una  camisa rota   y pantalones desgastados  abrió lentamente  la puerta de la casa y sin decir palabras lo miró  con curiosidad.
-     Estoy perdido y se me quedó  el carro sin gasolina.  Me hace falta su ayuda.
-     Mal lugar para perderse.
-     ¿Hay alguna ciudad cerca? -pregunto Fernando.
-     Medellín está como a  80 kilómetros de aquí.  El transporte  no pasa hasta dentro de una hora, pero pase y  siéntese.
-     Fernando  fue recopilando información del lugar donde se encontraba. Volvió al carro y halló  dos binoculares  y un abrigo. Revisó  el abrigo y encontró   un sobre  que contenía varios cientos de dólares.
Volvió a la casa. 
- Necesito combustible para seguir el camino. ¿Está  seguro que no tiene gasolina que me venda? Puedo comprarla.
-     No tengo, lo siento. ¿Quiere comer algo?
-     Si, pero necesito llegar a la ciudad.
-     Dentro de veinte minutos pasa un bus que va para Medellín.
Fernando comió con el campesino,  luego volvió al camino y  esperó  hasta que pasó el bus para Medellín. El campesino le  regaló  una camisa desgastada  y un sombrero.
- Muchas gracias. Fernando se despidió dejándole un billete de cien  dólares al campesino.

Fernando llegó  a Medellín, la segunda ciudad  más grande de Colombia. Con una población de más de tres millones de habitantes.  La ciudad no era nueva para él que había vivido en  Colombia cuando empezó la cacería de Pablo Escobar, el líder de una vasta organización que lo convirtió en  uno de los hombres más ricos del mundo donde operaba el cartel de Medellín. 

Fernando empezó a recordar esa época. A su mente fueron arribando los recuerdos de cada minuto vivido en la organización de  Escobar. El capo  había  fundado  una larga y organizada estructura, donde se compraba la lealtad.  Había un común denominador: el miedo, que sumado al dinero, lograba lo que otros no habían obtenido.  La malévola estructura tomó  carácter internacional, dominando el mercado de drogas de los Estados Unidos. La DEA  y la CIA  tomaron  carta en el asunto infiltrando hombres en la organización y Fernando junto con otros hombres formó  parte de un grupo de personas que permearon la organización de forma clandestina.

 El poder y el dinero  de Pablo Escobar lograron comprar jueces, magistrados y políticos, su consigna ‘’ plata o plomo,”  fue abriendo camino, mientras   Fernando por su parte cumplía su tarea de    hacerse de un lugar importante en la organización y ganarse la confianza de Escobar.  Trabajó  rodeado de  matones y  asesinos.  Fue una de las  más peligrosas misiones debido  a  que Escobar era el héroe del Medellín,   Pablo era respetado y admirado por muchos que cuestionaban la  presencia de Fernando en el lugar, sometiéndolo  a pruebas para comprobar su fidelidad con ordenes indeseables.
   Todo terminó   parcialmente en  julio de 1992 cuando  Pablo Escobar fue confinado a una lujosa prisión privada, desde donde continúo sus actividades criminales.
 Fernando recordaba los momentos vividos, algunos resultaban inolvidables, como cuando lo invitaron a una reunión, con uno de los enemigos de  Pablo Escobar llamado  Coronel Hugo Aguilar. Hubo otros encuentros  con Hugo, con los agentes de la CIA  y la DEA del grupo Delta  para capturar a Escobar.
  Escobar supo de la reunión y pago  por cada hombre que muriera. Fue una de las más largas cacerías de la historia.










Wednesday, November 17, 2010

La Bandera de la Esperanza capitulo 3




                                                

Capítulo 3
                          

 Rafael Vargas miró las nubes grises que tapizaban el cielo, pensando que el tiempo armonizaba con su alma. Cuando llegó al Aeropuerto Internacional de Miami, le pareció que los viajeros deambulaban, como sonámbulos sin rumbo. Muchos vuelos estaban suspendidos por las condiciones del tiempo. Caminó hasta el mostrador y preguntó por su vuelo; la empleada chequeó su pasaje y lo  miró  con detenimiento.
-       -Va a demorar una hora señor.
Esperó pacientemente sin deseos de conversar con nadie. Estaba meditando sobre Cuba, cuando vio venir a Carlos, vestía una camisa de mangas cortas, matizadas con flores de diversos colores, un short, tenis blancos y en la mano un pequeño maletín.
-       ¡Ah, mi hermano! Me quedé dormido, menos mal que vino un taxi rápido. ¿Porque estas tan serio? ¿Por qué me miras así?
-       Pero Carlos, nosotros vamos a una gestión seria ¿Tu crees que vamos de vacaciones a la playa? -dijo Rafael  Vargas con el ceño fruncido.
-       ¿Por qué, no vamos a ir a las playas? Además, así disimulamos-dijo dándole un codazo a Vargas.
-       Sí está  bien. Disculpa. Yo siempre estoy así de serio y más con la muerte del viejo.
-       Entonces ya es seguro que murió. ¿Qué dice la policía?
-       No tienen ninguna otra explicación. Parece que cayó al mar, ellos dicen que eso pasa a menudo.
-       Entonces. ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a hacer un velorio?
-       No. Vamos a seguir las instrucciones que nuestro padre dejó. Vamos a Cuba para investigar todo lo que podamos de la organización y averiguar quién fue el responsable de su muerte.
-       Yo creo que mejor vamos a las dos cosas, a nuestro asunto y a pasarla lo mejor posible. De eso se trata la vida- dijo Carlos
-       Está bien, cuando regreses no digas nada a nadie, ni de Cuba, ni de nuestro padre, ni de nada.   Siéntate que tenemos que esperar,  el vuelo está atrasado.


Carlos  no paró de hablar, mientras Vargas lo miraba sin escuchar, preguntándose quien era este hombre que ahora tenía como hermano.

Llamaron a los pasajeros y la inmensa nave se elevó dejando atrás la ciudad. Durante el vuelo Rafael  se puso a leer unos documentos, luego cerró los ojos, decenas de imágenes empezaron a surgir. Representaciones pictóricas que lo transportaban a otros lugares que no había visitado, en ellas siempre veía a su padre. Algunas tan vívidas que permanecían en su mente cuando despertó. La voz de una hermosa azafata lo sacudió, para decirle que estaban volando sobre Cuba.  Carlos cantó durante el viaje, sin dejar de hablar con una joven que estaba en el asiento paralelo al suyo.
 Rafael  siempre había sentido temor a los vuelos en avión, pero ahora,  no abrigaba la misma aprehensión de siempre, por lo contrario. Las nubes formando grotescas figuras que parecían gigantes le mejoraron su humor. La azafata anunció a los pasajeros que debían ajustarse los cinturones, la nave aterrizó sin dificultad en el aeropuerto de Rancho Boyeros en La Habana. Varios pasajeros aplaudieron, una señora cantaba el himno nacional de Cuba con voz emocionada y otros pasajeros se unieron al coro.

Apenas bajaron del avión, el aire caliente y húmedo de la isla golpeó la piel de los viajeros, que entraron en una parte del aeropuerto donde se realiza el chequeo de inmigración. El oficial miró a Vargas, observó el pasaporte y le preguntó el motivo de su viaje.  Le explicó que estaba visitando unos primos, pero la explicación no pareció convencer al oficial que le preguntó quién lo esperaba. Todos los pasajeros fueron pasando y Vargas quedó retenido. Empezaron a interrogarlo en un cuarto separado del resto, empezó a sentir miedo. El interrogatorio se hacía más intenso y personal.
-       ¿A que usted viene a Cuba?  ¿Usted en que trabaja? Preguntó un oficial.
-       Soy periodista, pero vine a visitar unos familiares y a ver a una amiga que me está esperando.
-       ¿Tiene idea de filmar o editar algún material?
-       No.
-       Pero usted es periodista.
-       Sí, pero no vengo a hacer ningún trabajo periodístico.
-       ¿Cómo conoció a la joven que lo espera?
-       La conocí por la Internet.
-       ¿Trae su certificación de nacimiento y los papeles de matrimonio ¿Se va a casar con ella? Preguntó insistente el oficial.
-       No, solo vine a conocerla. Le repitió Vargas.
Finalmente la explicación de Vargas les convenció y le dieron la entrada al país.
Cuando Vargas entró en el salón  vio que Carlos  estaba sentado esperándolo.
-       ¿Qué le dijiste a los oficiales que pudiste entrar tan rápido? Preguntó  Rafael Vargas.
-       Yo le dije que venía por mi religión.
-       ¿Y se lo creyeron?
-       Claro. Yo quiero ver a un santero de esos de los de aquí de Cuba, para que me quiten toda la brujería  que me han metido allá. Quiero aprovechar para echarme un despoje. Fíjate que perdí el trabajo.

     Rafael Vargas movió la cabeza hacia los lados y sonrió.

-       Eso no tiene nada que ver con brujería ¡Vamos. Tenemos que cambiar el dinero!
Se dirigieron hacia la taquilla de cambio , donde entregaron dos mil  dólares  y recibieron el equivalente a la nueva moneda convertible cubana.
-       Dame algo, que tienes una miseria conmigo.
Vargas le entregó parte del dinero a su hermano.
-       Te voy a dar este dinero, cuídalo y cuida tus papeles, que yo no voy a estar detrás de ti. Si lo decides, puedes regresar por tu lado.
-       A lo mejor viro antes que tú, no estoy pegado contigo- dijo, moviendo su labio superior en forma de mueca.
 Vargas había llamado a Susel con antelación, le dijo con exactitud la hora y el día que llegaría, pidiéndole  que lo esperara en el aeropuerto. Cuando salió del aeropuerto, la reconoció, estaba vestida con discreción, pero elegante, un ajustado pullover resaltaba su figura.
-       Eres mucho más linda que en las fotos.
-       Un abracito para mí-dijo Carlos
-       Este es mi hermano Carlos Vargas.
-       Mucho gusto- dijo, dándole un beso en la mejilla y sonriendo.
Montaron en un automóvil marca Lada de unos amigos de Susel, que los estaba esperando. Después de contarle su incidente en el aeropuerto, sus primeras palabras fueron para ella.
-       Me alegro que me esperaras. Estoy impresionado.
-       ¿Por qué? ¿Por el susto que te dieron? -preguntó Susel.
-       No, por lo hermosa que eres. 
-       -Gracias, no digas más eso, me haces, sonrojarme.
-       La verdad que tú estás linda, niña-dijo  Carlos.
El aire que entraba por la ventanilla, batía su rostro, su perfil perfecto le hacía pensar a Vargas en lo atractiva que era la joven.
-       ¿Cuáles son tus  planes? Preguntó Susel.
-       Pensamos estar unos días en La Habana ¿Dónde crees que podamos quedarnos?
-       Mira, pueden ir a un hotel, o puedes ir a una casa particular. Los hoteles salen más caros.
-       ¿Cómo es el asunto de las casas?
-       Hay gente que alquila legal y otras  ilegales, pero más baratas. Si quieres puedo conseguirles una casa de unos amigos y seguramente les agradará, son buenas personas. Cobran treinta  dólares diarios, bueno no dólares, tienes que pagar con chavitos, o sea, tienes que cambiar los dólares en moneda convertible cubana. ¿Cambiaste algo en el aeropuerto?
-       Si cambié dos mil  dólares.
-       ¿Cuánto te dieron? Preguntó Susel.
-       Creo que me dieron mil seiscientos  en moneda convertible,
Susel sonrió.
-       Yo te hubiera podido resolver que te dieran más cantidad.
-       Y a mí me dio nada más que seiscientos  chivitos, o chavitos. Como dicen ustedes. Dijo Carlos.
-       Oye deja de quejarte. Hubieras traído tu dinero.
Llegaron al lugar, a casa estaba situada cerca de hermosos hoteles, cerca del  El Comodoro. Los dueños de la casa le mostraron dos cuartos que habían arreglado para alquilar a extranjeros. Las habitaciones tenían aire acondicionado y el baño tenía agua caliente. La habitación de Vargas estaba amueblada con un cómodo colchón en una cama camera, una cómoda, además de un antiguo armario.
-       Ya tengo ganas de irme pa Miami.
-       Cállate Carlos, que te va a oír la señora que nos alquiló.
-       Pero si eso es lo que quiero.
-       Bienvenida, esta es su casa. Mi nombre es Martha y mi esposo es Alfredo. Susel me ha hablado de ustedes.
-       ¿Y eso nos perjudica o nos beneficia?
-       Creo que los beneficia. Expresó Marta sonriendo.
-       Disculpen a mi hermano, el siempre está haciendo chistes. Susel también me ha hablado de ustedes. Me ha dicho que son personas muy decentes-dijo Vargas.
-       ¿Piensan quedarse muchos días? Preguntó Martha.
-       Todavía no sabemos.
-       Depende de cómo nos traten-dijo Carlos
-       ¿Qué lugares nos aconsejas que visitemos? -preguntó  Rafael.
-       Hay muchos lugares que te resultaran interesantes. Yo trabajo en el Barrio Chino, allí podrás encontrar restaurantes buenos y baratos.
-       El Barrio Chino. ¿Son chinitos todos? -preguntó Carlos.
-       Si, pero también hay muchos  cubanos descendientes.
-       Ah ya me extrañaba. Hay un dicho que  dice: “ Aquí no se salva ni el médico chino”
-       No, Carlos. Rectificó  Vargas. El dicho dice: “No lo salva ni el medico chino.”
Vargas se sentó y durante unos minutos conversaron de los lugares más interesantes y atractivos de La Habana para el turista.
-       ¿Por qué no comen algo? -preguntó Martha amablemente. Yo los voy a invitar, no les cobraré nada.
-       Buenísima idea.
-       Eso si los beneficia-dijo Martha riendo.
Mientras comían, Alfredo les explicó que cobraría cinco dólares por el desayuno  y  ocho dólares por el almuerzo. Vargas comentó que le parecía razonable.
-       A la verdad que me parece caro, una completa vale cuatro dólares. Comento Carlos.
-       Discúlpenlo que el siempre dice lo que piensa, o mejor dicho no piensa cuando habla, aclaró   Vargas.
Martha no dijo nada. Preparó un potaje y chuletas con arroz blanco, ensalada y jugo de naranja. Todos se sentaron en la pequeña mesa y disfrutaron del menú. La comida resultó una sorpresa para Vargas.
-       Aquí con dólares puedes encontrar casi todo, aunque después de los ciclones escasean muchas cosas.
-       Entonces lo que hay que conseguir son los dólares.
-       Si es verdad, pero eso es cada día más difícil.
Susel se despidió.
-       Mañana te llamo-dijo  y salió con aire de tristeza.
Vargas se acostó un rato.
Carlos salió y encontró un lugar donde vendían pizzas, helados y maltas, comió por segunda vez, luego volvió a la casa, y se sentó a conversar con Alfredo.
-       Les  voy a enseñar algo que los va a sorprender-dijo Alfredo. Entraron en su habitación.
Efectivamente, Carlos quedó boquiabierto cuando Alfredo empezó a cambiar canales y pudo apreciar que la televisión estaba conectada con los servicio de satélite.
-       Tú tienes más canales que yo allá. ¿Tú puedes ver los canales de Miami? A mí me cortaron el cable por no pagar.
-       Yo veo los programas que ustedes ven, pero no creas que es fácil, hay que tener la antena escondida y es un delito.
Carlos  se sentó a ver televisión con Alfredo. Rafael  se acostó, pero tardó en dormir,  los acontecimientos y su mente giraba alrededor de lo que había pasado, al fin se durmió, vencido por el cansancio. Despertó sudando, el aire acondicionado había perdido su magia. Miró el reloj, eran casi las  nueve de la mañana. Estaba organizando su ropa cuando sintió que tocaban la puerta. Abrió y encontró a Susel.
-       No te esperaba.
-       ¿No te agrada que te visite tan temprano? -preguntó Susel sonriendo.
-       Claro que me agrada. Incluso estaba pensando que no sabía a dónde iría y me hacía falta una guía turística.
-       ¿Sólo un guía? Si quieres te podría mandar a una prima.
-       No gracias. Prefiero que seas tú. Para ser exactos. No quiero otro guía que no seas tú.
-       Ahora está mejor. Dijo Susel. ¿Dormiste bien?
-       No. Fueron demasiados acontecimientos en un día.
-       Te propongo un paseo al Acuario, queda cerca de aquí.
-       Me agrada la idea. ¿Qué encontraremos allí?
-       Ni siquiera yo sé , pero te aseguro que te gustará.
-       Me preocupa mi hermano.
-       No te preocupes. El no es un niño, además aquí no hay peligro.
-       Si tú lo dices. Te creo.
Susel lo ayudó a ordenar la ropa en el armario. Cuando salieron no había nadie en la casa. Un papel que decía “Señor Vargas le dejo la llave, que tenga un buen día.”
Tomaron la llave y salieron, caminaron varias cuadras y encontraron una pequeña cafetería.
-       ¿Qué quieres comer?
-       Ya desayuné-dijo Susel.
-       Yo no voy a desayunar solo. Puntualizó.
-       Está bien. Te acompañaré.
-       ¿Qué me aconsejas que pida? ¿Qué quieres para ti?
-       Pide para mí, un bocadito de jamón y un helado de chocolate.-respondió Susel con decisión.
Vargas pidió lo mismo, después siguieron caminando hasta el acuario. La lluvia los hizo entrar precipitadamente, escasas personas caminaban por el lugar. Detrás de los cristales sé apreciaban peces y crustáceos tropicales que se deslizaban apaciblemente. Una niña de facciones agradables, vestida con un uniforme de escuela, periódicamente se acercaba a ellos, a ambos les dio gracia la forma amistosa de la pequeña. Vargas se dirigió a ella:
-       ¿Tú vienes mucho aquí?
-       Sí.
-       ¿Quieres entonces ser nuestro guía? -preguntó Vargas sonriendo
La niña movió la cabeza afirmativamente y les enseñó el acuario desplegando todos sus conocimientos. Vargas observó con agrado como Susel trataba con amabilidad a la pequeña. Poco después anunciaron que pondrían un show de delfines y se dirigieron al lugar. Las entrenadoras, jóvenes muchachas dominaban su trabajo y mostraban a los visitantes los delfines que obedecían sus precisas órdenes. De allí pasaron a la exhibición de las focas. Uno de los entrenadores explicó  que la foca había perdido a su novio y llamó a Vargas, que entró a formar parte del espectáculo. La foca simuló que le daba un beso. El entrenador le dijo al oído “Saca la lengua y la guardas cuando te dé el beso” Hicieron el truco, el público rió a carcajadas y aplaudieron. Fue un hermoso día para ambos. Cuando volvieron a la casa, todavía no habían regresado del trabajo Martha, ni su esposo.
  Susel se sentó en la cama, después recostó su cabeza en una almohada, quedaron a escasas pulgadas. Vargas acercó su rostro al de Susel que se inclinó hacia él y lo besó. Vargas continuó besando el cuello, mientras su respiración se hacía más agitada. Espontáneamente se fueron despojando de sus ropas unieron sus cuerpos temblando de placer, luego quedaron en silencio.
-       ¿Estás interesado en mí, o soy sólo un minuto de placer para ti?
Vargas no respondió simplemente sonrió mientras que le tomaba la mano.
-       ¿Te gusto? Insistió Susel.
-       Claro que me gustas. dijo Vargas.
-       Yo te quiero.
-       Apenas me conoces. Creo que estas llena de vida y  estoy en un momento de tu vida que me necesitas.
-       ¿Y crees que me hubiera acostado contigo si en mi matrimonio todo estuviera normal?. Sentí algo por ti desde que nos empezamos a escribir, siento que eres el hombre que siempre he esperado.
-       Yo no sabía que tu matrimonio  estaba tan mal.
-       Si, es cierto que no te conté los problemas que tenemos. En realidad mi esposo tiene su vida y yo la mía.
-       ¿Qué pasó entre ustedes?
-       Nos fuimos alejando, Jorge empezó a tomar. Nunca nos llevamos bien, cuando pasó el romance, nos empezamos a sentir vacíos, el tenía sus gustos y yo los míos. Yo me quedé sola en una inmensa mansión llena de figuras de los antiguos dueños, sin sueños, sin amor y sin ilusiones, después, él empezó a salir con una muchacha, pero ninguno de los dos hemos querido enfrentar la realidad. Quizás hemos sido cobardes. ¿Tú qué crees?
-       No sé. Es difícil ponerse en el lugar de nadie, no te juzgo. Sin embargo no has pensado que vivimos en dos mundos diferentes, separados no solo por el mar, sino por un océano más inmenso, por el mar de las ideologías.
-       Todo eso lo sé, quiero que pienses en nosotros. Me tengo que marchar, pero quisiera estar contigo siempre. Me prometes que pensarás en nosotros. Dijo Susel.
-       Si, te lo prometo.
Vargas fue hasta la habitación de  Carlos y encontró un papel que decía:
          Me fui al barrio Chino.
          Carlos
Susel se marchó y Vargas se quedó pensando en la muchacha. Se durmió con impaciencia esperando la llegada del próximo día, el mágico día que tendría el encuentro con un miembro de la organización. Tarde en la noche sintió a su hermano cantando,  volvió a dormirse hasta que lo despertó el calor.
Amaneció optimista. Se metió en la ducha, movió la llave y dejó que el agua fría corriera por su cuerpo. Su cuerpo reaccionó con desagrado, pero segundos después el líquido pasaba por su cuerpo de forma agradable, desprendiendo toda traza de sueño. Se dirigió a  la habitación de Carlos, iba a despertarlo, pero pensó que este se había acostado muy tarde y decidió salir solo.
Fue hasta la cocina donde estaba una señora que trabajaba ayudando a Martha. Era una de esas personas que piden permiso hasta para entregar una onza de oro. Con esa timidez amable y dulce que parecen duendecillos y caminan sin hacer ruido para no molestar a los demás. Ella le preguntó si quería tomar jugo de piña o jugo de mango. Vargas se decidió por el primero, mas tarde salió y disfrutó del sol de la mañana, que se fue convirtiendo en suplicio a medida que subía la temperatura. Caminó hasta una calzada donde pasaban espaciados los carros y esperó. Alfredo le había explicado la técnica de conseguir un carro barato. Era simple, los taxis del estado eran los más caros.  Siguiendo sus consejos esperó a que pasara un carro particular. A los diez minutos apareció un  Chevrolet del año 56. Le hizo señas y  paró trabajosamente. Vargas dijo:
-       ¿Veinte pesos hasta El Vedado?”. El chofer movió la cabeza afirmativamente. Se montó en la parte de atrás donde ya había dos personas,  contemplo el carro y se maravillo que todavía caminara, después trato de mirar a su alrededor. Le resultaba difícil recordar los lugares que visitó cuando niño.
Cuando llegó hasta el Focsa eran casi las nueve, su corazón latía apresuradamente. Esperó. Pasaron quince minutos, después veinte, pasó más de una hora, perdió la noción del tiempo y también las esperanzas de que el encuentro fuera exitoso. Su camisa estaba llena de sudor, cruzó la acera hasta el restaurante denominado El Conejito. Estaba mirando a la derecha, para marcharse cuando sentía a su espalda la presencia de alguien. Viró su cabeza y dirigió su mirada a la muñeca del desconocido, donde apreció una manilla con la letra L,  miro al desconocido y aprecio que debajo de su brazo  tenía un libro.   Subió su mirada, unos ojos que se clavaron en los de Vargas, su dureza se fue dulcificando con una sonrisa que iluminó su rostro. Era un semblante indescifrable, una de esas personas que parecen iluminarse cuando sonríen. A pesar de sus canas, su mirada era joven. Estaba pulcramente vestido.
-       Señor  disculpe. Puedo decirle una palabra. Dijo Rafael.
-       Dígame-contesto el hombre secamente.
-       Hope.
-       ¿Usted me busca? Preguntó el desconocido.
Vargas empezó a hablar atropelladamente. Sus labios se secaron.
-       Estoy aquí, porque mi padre murió. Mi nombre es Rafael Vargas. No sé cómo empezar-continuó Vargas torpemente.
Le trató de explicar al hombre que ni él mismo entendía que hacía allí y todo lo que había pasado. El hombre escuchó en silencio.
-       Mi nombre es Moisés. Vamos a mi casa y así podemos hablar con calma.
Caminaron varias cuadras por el malecón y después se adentraron por una calle donde vendían cuadros, Algunas nubes en el horizonte mitigaban la fuerza del sol y embellecían el atardecer. Llegaron a una casa que estaba prácticamente en ruinas, subieron a un pequeño apartamento.
Vargas se sentó junto a Moisés.
-       Estoy a tu disposición en lo que pueda ayudarte.
-       Ya sabes que mi padre murió. ¿Crees que fue un accidente o alguien esta involucrado en eso? Mi padre me dijo que esta muy vinculado con  ustedes y a mi me gustaría seguir los pasos de mi padre.
-       Nosotros solo sabemos que tu padre murió. No tenemos los detalles.
-       Pero me gustaría saber la relación de mi padre y la organización de ustedes.
Los ojos de Moisés lo miraron directamente:
-       El fue una pieza clave de esta organización.
Rafael quedo algo sorprendido.  Pensó que Fernando solo trataba de infiltrarse y no que jugaba un papel importante en la organización.
-       ¿Me gustaría conocer más de la organización. ¿Quiénes son ustedes y a qué se dedican?
-       Demasiadas preguntas. No te puedo responder ahora. Con sinceridad te digo que no somos tontos y sabemos que estas aquí porque crees que nosotros tenemos algo que ver con la desaparición de tu padre, pero estas equivocado.
-       No los acuso de nada, pero me gustaría saber más.
-       La organización solo busca un  futuro mejor. No somos enemigos, todo lo contrario.
-       Nunca me ha interesado la política. Vine porque creí que era mi deber saber quién es el responsable de la desaparición de mi padre, también  de la organización y saber si tiene otra familia, hace poco  descubrí que tengo un hermano.
-       No te puedo contestar tus preguntas. Solo te puedo decir que nosotros no tenemos nada que ver con la desaparición de tu padre y también decirte que nosotros queremos ayudarte a encontrar a los responsables. Creo que debes leer y estudiar los documentos que escribió. Yo no los tengo, tienes que ir a otros lugares si quieres saber más.
Vargas escuchaba a Moisés hablar.
-       También  me interesa la vida particular de mi padre y saber si tiene otra esposa u otra familia aquí. Algo me dice que puedo encontrar las pistas de su desaparición.
-Yo no te puedo dar  la información que deseas, pero otras personas te la darán. Seguramente te gustará hablar con otros miembros. Ellos te explicaran como funciona y que hacemos.
 Moisés sacó un papel y anotó una dirección en Camagüey una de las principales ciudades al centro de la Isla.
-Un contacto en Camagüey te dará  más información de la que yo te puedo suministrar y creo que debes ir. Aquí nos despedimos.
-Déjame hacerte una pregunta.
- Si dime.
- Tu nombre real es Moisés?
- No. Dentro de la organización tenemos otro nombre. El mío está relacionado con la forma que los cubanos han tenido que abandonar la Isla. Yo tengo un grupo llamado los levíticos,  Si analizas es de la misma forma que salieron los hebreos de Egipto. Léelo tu mismo en la biblia.
Tomo la vieja biblia y se la entrego a Rafael.
-       No gracias, Además no tengo tiempo, no te voy a quitar tu libro.
-       Sé que estas presionado por todo lo que ha pasado, pero tienes que tener tiempo para estar unos minutos con  Dios. No te pido que la leas todo. Abre y lee un poco de Moisés y otro día lee unas líneas de otro  profeta.  Además aquí vas a encontrar más de lo que piensas, también hallaras la relación entre los  nombres y los de la organización. En la vida siempre debemos encontrar unos minutos para agradecer a Dios todo lo que nos ha dado y para que nos guie. Yo se que este regalo será importante para ti porque te servirá para reconocer que existe una inteligencia universal y que tienes un alma.
-       Agradezco tu regalo, pero también te agradecería que me dieras unos consejos para encontrar lo que busco.
-       Lo que pienses, creara tu vida futura. Visualiza lo que quieres lograr. Ve por la vida sin prisa, con apurarse no llegaras a ningún lugar,  se positivo siempre, recuerda que todo está en manos de una mente universal.
-       Yo siempre he sido positivo en mi forma de pensar. Solo que a veces uno no sabe por dónde empezar.
-         Visualiza tus metas, tu vida, todo lo material y espiritual que quieres lograr,  piensa que los vas a lograr, piensa en grande, ora en grande , sueña  en grande y lo alcanzaras.  Trata con amor a todos, ayuda en lo que puedas a los demás. Ensena al los que no saben, regala algo, si no tienes nada, regala tu tiempo.
-       Pareces un filósofo.
-       Es tu culpa,  me pediste un consejo.
-       Ahora si nos despedimos.
 Se despidieron con un fuerte abrazo.